martes, 2 de febrero de 2016

Las Sufragistas (Sarah Gavron)

Mi sensación al ver el cartel de la película en el cine ante el que me encontraba el pasado viernes fue la de una cinta amable, con Meryl Streep como apuesta segura y, evidentemente, de temática si no feminista al menos femenina. En realidad no acerté. El papel de Meryl Streep es meramente testimonial; puro reclamo que por otro lado se nos antoja totalmente innecesario pues esta película es buena de verdad. Tampoco tiene nada de amable ni de facilona. 

Maud Watts, el personaje que interpreta Carey Mulligan emana, al comienzo de la cinta, dubitativa valentía. Protagonista de una historia que la arrolla y la transforma. Que le roba la inocencia a través de su compromiso con la causa de las sufragistas pero la despierta y le ofrece a cambio la libertad. Proyecta hacia nosotros, de manera sincera y honda, los sufrimientos de mujeres que lo quisieron y lo lucharon todo mientras eran sistemáticamente ninguneadas como seres humanos.



Esta historia trata sobre el amor y sobre la dignidad. Especialmente sobre cómo todos los sacrificios merecen la pena por dignificarse a una misma; incluso arriesgarse a verse separada de un hijo. Viéndola es inevitable olvidarse de que estamos ante cine porque en realidad estamos ante vida y ante verdad; ante pasión. Y el cine no es nada en comparación con eso.

Mujeres trabajando por menos, trabajando más; sin derecho alguno sobre sus hijos: como meras incubadoras cuyos amados retoños pasaban a manos de sus esposos en caso de separación. Sometidas a abusos sexuales y maltrato con asquerosa normalidad. Sin condena social a sus verdugos. Sin consuelo. Sin piedad. Así era nuestro mundo hace tan poco que da miedo. Así era y así sigue siendo pero con la gran diferencia de que ya no partimos de cero a la hora de reclamar la igualdad de derechos de mujeres y hombres.

Ver cuánto falta por hacer no debe hacernos olvidar todo lo conseguido gracias a la sangre de tantas que se sacrificaron por nosotras. Por cada una de nosotras y con ello por la humanidad que con nosotras libres gana.

Esta película nos hace recordar que aunque no rocemos el horizonte con las yemas de los dedos venimos de muy lejos. Que lo que tenemos no nos lo han dado los hombres. Ni un solo derecho. Todas nuestras libertades han sido ganadas con sudor y sangre.

Y sí, es una gran película, pero ya os digo que es mucho más.


No hay comentarios:

Publicar un comentario